Todos tenemos
un “Concepto Inmaculado”, que es el estado de Perfección de la Divinidad;
nuestro verdadero “Ser”, Puro y Perfecto, sin problemas ni sufrimientos, en
completa “Bienaventuranza Espiritual”, sin imperfecciones, problemas,
enfermedades, carencias de ningún tipo, pobreza, conflictos, dudas o fealdad.
Es el patrón puro y perfecto, inteligente, amoroso, bello, saludable, opulento,
compasivo, que tenemos como “Designio Divino”.
Toda
situación, lugar o cosa tiene su “Concepto inmaculado”, que es la perfección,
el cual puede ser sostenido y manifestado a través de nuestra mente y nuestros
sentimientos. Para que se pueda manifestar, aceptemos que podemos ser y
exteriorizar perfección, visualizándola, mentalizándola, contemplándola y
decretándola, para que se exprese. Uno puede decretar que se manifieste el
“Concepto Inmaculado” del hogar, la empresa, una situación, determinada cosa,
el país o lo que desee.
La Madre
María le sostuvo a Jesús el “Concepto Inmaculado de Perfección” durante toda su
vida, y por habérselo mantenido durante tres horas en el Calvario-
visualizándolo puro y perfecto en su mente, mientras Él estaba clavado en la
cruz-, logró que resucitara al tercer día. Es visualizar la perfección aunque
andemos en un mundo lleno de problemas y limitaciones.
Podemos
decretar: “Yo Soy el Concepto Inmaculado
de mi Plan Divino de Perfección”.
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