Dios nos ha
hecho a Su imagen y semejanza, perfectos, sin problemas de salud, sin
necesidades económicas, sin conflictos sentimentales, con un “PLAN DIVINO DE
PERFECCIÓN” que es el cumplimiento de la “VOLUNTAD DE DIOS”, que es solamente
el bien, lo que vinimos a hacer en la Tierra: llegar a ser “Maestros de la
Vida”, dueños de las circunstancias, expresando inteligencia; amando y
recibiendo amor; siendo hermosos y elegantes; saludables y felices; prósperos,
con la provisión de toda cosa buena y el total de nuestras necesidades
cubiertas, sin que nos falte un centavo; libres de toda atadura. Todos tenemos
un “Plan Divino de Perfección”. Cuando nos va mal es porque estamos yendo
contra el “Plan Divino de Perfección”. Los sucesos no están determinados por la
causalidad, el azar, la suerte, el destino, la brujería o el castigo de Dios;
esto no existe, son conceptos creados para darle una explicación a lo que
sucede.
Tenemos “Libre Albedrío”, que es la libertad de
escoger cómo deseamos vivir, sea bien o mal, y hasta Dios mismo respeta esta
decisión. Cuando a ciertas personas les va mal, es porque existen motivos que
producen esto, como cuando actúan contra la Voluntad de Dios y el “Plan Divino
de Perfección”, perdiendo la felicidad de la vida. Dejemos que el “Plan Divino
de Perfección” se manifieste; no vayamos contra él.
Hay quien
tiene como “Plan Divino” ser facilitador de la “Enseñanza Espiritual”,
cocinero, músico, odontólogo, maestro, aeronauta, monje, mecánico, consagrar su
vida al servicio de los demás, siempre y cuando esto dé felicidad.
Cuando te
sientes infeliz, significa que estás yendo contra tu “Plan Divino de
Perfección”. Todo posee su “Plan Divino de Perfección”, que es tener gusto por
lo que se hace, produciendo armonía y felicidad. Si nos sentimos tristes,
infelices, desgraciados y frustrados con lo que hacemos, quiere decir que
estamos contra el “PLAN DIVINO DE PERFECCIÓN”, y debemos preguntarnos: “¿Qué
quiero hacer realmente? ¿Qué me haría feliz? Y entonces, cambiar el curso de
nuestra actuación, realizándolo. Afirmemos: “Yo Soy el cumplimiento de mi Plan Divino de Perfección”.
Gracias padre...
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