Nunca hables con la gente de esa cosa maravillosa que vas a
hacer; espera a que la hayas realizado para mostrar el asunto cuando lo acabes.
Nunca señales un terreno baldío, diciendo “aquí voy a construir una casa”;
espera hasta que la casa esté terminada para entonces, si te parece, decir “miren
la casa que construí”. Pero cuando la casa ya esté allí, en verdad no será
necesario nada porque te aseguro que hablará por sí sola.
Hablar de tus planes
antes de haberlos materializado es la manera más segura de no materializarlos.
Es una ley universal de la naturaleza que el feto esté protegido de todo
contacto con el mundo; de hecho, esta es la verdadera función de la maternidad.
La inspiración que te viene es como un hijo; tú eres como su madre; y la
naturaleza pretende que tú protejas y nutras esa idea en secreto, al abrigo de
tu ser, hasta el momento en que esté lista para salir al plano material. Comentar
o alardear acerca de la misma es exponerla al mundo, lo cual lo matará.
Esto se aplica a cualquier empresa nueva que puedas estar
contemplando, así como a una nueva idea también. Todo negocio importante, por
ejemplo: una venta grande, la compra de una casa, la formación de una sociedad,
etc. debe ser protegido de igual forma. No discutas estas cosas en la mesa del
almuerzo ni en ninguna otra parte.
Sé reservado con tus asuntos. Por supuesto, esto no quiere
decir que no se pueda consultar a expertos y relevar tu plan donde sea
absolutamente necesario hacerlo. Esto es nutrir la idea, no exponerla. Lo que
hay que evitar es el cotorreo, el chisme y el alarde. En el silencio y la confianza radicará tu fuerza.
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