Era
toda una excelente representante de su signo zodiacal, una Ariana
cambiante, inquieta, mandaba y se dejaba mandar al mismo tiempo,
enamorada, graciosa, liviana y severa, amorosa y amada, apetecía vivir
apurruñándola todo el tiempo.
Conny
Méndez era famosísima, como decir el Carlos Gardel o el Agustín Lara de
Venezuela, autora y compositora que interpretaba sus composiciones
acompañada de su guitarra, era esa cantante de arraigue popular, que
todos querían y escuchaban tanto en discos la radio o la televisión.
Cuando la gente oía a Conny Méndez cantando lloraban de emoción, se
ponían nostálgicos, y no era necesario que fuera una gran voz, que no lo
era, pero tenia un timbre con sentimientos muy cálidos. Eso era Conny
para el pueblo venezolano.
Conny Méndez era una
venezolana muy caraqueña en su forma de ser. De donde menos se pensaba,
sacaba un chiste, tenia una salida inesperada, no se quedaba sin
responder nada. Era de delicadas costumbres, toda una gran dama,
aristocrática y extremadamente refinada, pero con un toque de folklore
venezolano en todo lo que hacía, que la revelaba como un personaje único
en su especie. Bajita, de pelo blanco plateado, usaba en el dedo
meñique de la mano derecha, una sortija con un diamante gigantesco que
le brillaba como una estrella, y otras sortijas de piedras preciosas en
los demás dedos.
Conny te daba
confianza y familiaridad con la primera palabra que te decía. Mujer
Espiritual y de gran mundo al mismo tiempo, había vivido en muchas
partes, New York Italia, Francia. No se podía estar al lado de Conny sin
reírse a cada rato, porque de nada hacía una gracia, cuando no, un
verdadero chiste. Ella me dijo un día -Pero, ¿qué es Rubén? ¿De qué te
ríes tanto? ¿Como que tengo monitos en la cara?- Y ella misma se echó a
reír.
Siempre me habló de su mamá Doña
Lastenia y de lo estrictamente aristocrática que era, y en alguna
ocasión, me contó que sus más remotos ancestros habían venido como
amigos de Cristóbal Colón en las carabelas cuando el descubrimiento de
América. Otra vez, me dijo que durante la Independencia, sus ancestros
le habían donado parte de sus caballos al ejército del Libertador Simón
Bolívar.
Estar con Conny
Méndez era convivir con la Historia de Venezuela y de América,
encontrarse cerca de los Maestros, sentirse cerca del cielo.
Pintaba muy bien,
era decoradora profesional, transformaba puertas, pianos y sillas
modernas, en muebles estilo Luis XVI. Las paredes de su casa lucían
muchos de sus cuadros, y tanto al piano de su hija en la casa del
Country Club, como a ciertas paredes y mesas de su casa, Conny las había
transformado en verdaderas joyas barrocas con la patina del tiempo,
como salidas de un anticuario en París.
Conny tuvo 32
profesores de piano y ninguno le enseñó nada. Fue pianista autodidacta y
tocaba el piano a las mil maravillas, y eso que ella misma decía
graciosamente, que no sabía por cuál compás ni tonalidad iba. Escribía
con las dos manos, también era experta mecanógrafa. Directora de coros y
musicales, no le gustaba ensayar; daba dos sugerencias y decía: "Todos
somos profesionales y ya lo sabemos", y en las funciones, todo salía
bien.
Agarraba su guitarra
y se ponía a cantar donde le apetecía, sobre todo ante las pantallas de
la televisión, donde siempre apareció hasta los últimos días de su
vida; en ese sentido, no era protocolar.
Como ella misma lo
decía, era una Loca, pero tan divina que cuando la conocí, me dije:
"Quiero entrar a la familia de los locos como Conny. Sería el ser más
feliz de la tierra si en algo me pudiera parecer a ella". Y así como hay
personas que escogen en sus vidas parecerse a Napoleón, otros a Santa
Teresita del Niño Jesús, a Bolívar, a Callas o a San Francisco de Asís,
yo decidí parecerme a Conny Méndez.
Los que conocimos a
Conny Méndez personalmente, sabemos que ella era un ser excepcional,
mágica, simplemente gloriosa, de presencia victoriosa. Nadie se sentía
triste a su lado. Ella siempre hacía lo posible para que todo el mundo
estuviera sonriente, eufórico, moviente y activo. Conny hablaba de la
gloria de los planos celestes y de los Maestros Ascendidos, como también
de algún acontecimiento cotidiano; otras veces hacía chistes o agarraba
su piano y se ponía a cantar una de sus composiciones, o un blues
norteamericano, de esos que a ella le fascinaban, como "Manhattan" o
"Alfie" que era sus favoritos. Un día me dijo que le había hecho 30
acompañamientos diferentes a la pieza Maniatan y me toco varios de
ellos.
Leer los libros de
Metafísica de Conny es casi como estar en contacto con la gloria. Conny
fue, es, y seguirá siendo por siempre, un ser mágico, por esto muchas de
las personas que la han conocido y la han querido mucho, casi la han
endiosado, y me atrevo a creer que lo han hecho con razón. Así
encontramos que algunos dicen que ella fue la reencarnación de la Diosa
Libertad, otros creen que es el Complemento del Maestro Saint Germain,
también se dice que en sus pasadas encarnaciones fue Vivaldi, Chopin,
Rubens o santo Tomás de Aquino. Algunos nos preguntan que si todo eso
que dicen de Conny es verdad; la respuesta es que los metafísicos no nos
andamos ocupando de lo que nadie fue o será en vidas pasadas o futuros,
sólo nos ocupamos del aquí y ahora. Pero tampoco entramos en polémicas,
sobre algo tan intangible como el problema ontológico de un ser como
Conny. Creemos que todo lo que han dicho de Conny se puede aceptar. En
este sentido, al Conny trabajar para dar a conocer a Saint Germain en
Latinoamérica, fue un complemento del trabajo que Saint Germain realiza
en América.
No hay dudas de que
Conny se movió como una Diosa de Libertad, cuando se atrevió a ser una
de las primeras mujeres "chofer" de Venezuela, una de las primeras
telegrafistas y concertistas de voz y guitarra en mano; cuando hombres y
mujeres se bañaban por separado en las playas, ella rompió con esta
tradición; fue primera en muchas cosas, hasta cuando desencarnó, fue uno
de los primeros personajes públicos venezolanos en ser incinerado, y
por encima de todo, fue la Primera Metafísica. Todo esto la consagra
como un ser de suprema libertad. Respecto a las encarnaciones que se le
atribuyen a Conny Méndez, pudo haber sido todos esos seres y más
todavía, porque Conny era polifacética y esto sólo se da en seres muy
evolucionados que en vidas anteriores han sido grandes músicos,
pintores, filósofos e incluso místicos.
Algunas personas
preguntan: "¿Y dónde esta Conny Méndez ahora y toda la gente que trabajo
a su lado y ha desencarnado?" No sabemos ni nos interesa, da igual,
deben estar evolucionando como lo hacen hasta los mismos Maestros más
encumbrados. El presente y el futuro de los Metaficos que han
desencarnado es que en cualquier parte donde estén, de lo único que
estamos seguros es de tenerles un eterno agradecimiento por todo lo que
nos dieron, que eso no tiene precio en el mundo.
Lo que se pueda
decir de lo que Conny fue o es en el más allá, puede ser incierto,
aunque muy verdadero para quien lo piense. Sólo es seguro algo: que todo
el que la conoció, la endiose o no, puede decir que Conny fue un ser
humano excepcional, y debe estar agradecido a la vida por haberse
encontrado con tan hermosa flor del más preciado jardín de la humanidad.
Los Maestros dieron
para Latinoamérica totalmente actualizada en Castellano su información
para la Nueva Era en el Cristo, la Llama Violeta y los Rayos como deben
ser enseñados actualmente, y eso apareció por primera vez en 1967 en el
libro Metafísica al alcance de todos. Después escribió Te regalo lo que
se te antoje, y luego El Maravilloso Nº 7 libros de Conny inspirados en
los escritos de Emmet Fox y conteniendo muchos de sus
escritos traducidos al estilo criollo de Conny, que parecían originales
de ella. Todo esto se ha compilado en un libro llamado Metafísica Cuatro
en Uno. Allí están resueltos todos los problemas, todos los consejos y
datos que necesita un estudiante.
Conny se hizo discípula de EMMET FOX en la década de los años cuarenta y por ser latinoamericana perfectamente bilingüe, tradujo al castellano lo más esencial de la enseñanza de Emmet Fox, volcándolo en su obra, en la cual, además de las enseñanzas de su maestro, incluye nuevas formas de instrucción que los MAESTROS DE SABIDURÍA habían dado para la Tierra en la Nueva Era por medio de Geraldine Innocente y Lucy Litlejhon. Así, Conny Méndez se convierte en la primera escritora metafísica del mundo hispanohablante, y sus libros, los pioneros de esta enseñanza que viene a ser la más conocida en la segunda mitad del siglo XX. Desde su ciudad natal, Caracas, CONNY instruyó a muchos de los que fueron continuadores de esta enseñanza y cuyos libros se encuentran esparcidos por toda Hispanoamérica.
Conny se hizo discípula de EMMET FOX en la década de los años cuarenta y por ser latinoamericana perfectamente bilingüe, tradujo al castellano lo más esencial de la enseñanza de Emmet Fox, volcándolo en su obra, en la cual, además de las enseñanzas de su maestro, incluye nuevas formas de instrucción que los MAESTROS DE SABIDURÍA habían dado para la Tierra en la Nueva Era por medio de Geraldine Innocente y Lucy Litlejhon. Así, Conny Méndez se convierte en la primera escritora metafísica del mundo hispanohablante, y sus libros, los pioneros de esta enseñanza que viene a ser la más conocida en la segunda mitad del siglo XX. Desde su ciudad natal, Caracas, CONNY instruyó a muchos de los que fueron continuadores de esta enseñanza y cuyos libros se encuentran esparcidos por toda Hispanoamérica.
Conny conoció a Emmet Fox después
de un suceso muy particular de su vida. En la II Guerra Mundial en los
años cuarenta, en el que estaba huyendo de la guerra y se embarcó en
Estados Unidos hacia Venezuela. En ese barco conoció a la esposa del
sabio Pitier quien le dio el folletito "La Llave de Oro".
Se aferró a él por mucho tiempo y soluciono todos sus problemas
poniéndolo en practica, hasta que en el Carnigie Hall de New York en
1946 logró conocer físicamente a Emmet Fox, y se puso a trabajar con su
línea. Ella me dijo, Rubén yo me pasé 20 años leyendo la Llave de Oro
hasta los 60's en que conocí a mi Maestro Espiritual, Saint Germain.
El Maestro Saint
Germain le dio a Conny todo el conocimiento de la Llama Violeta de los
Maestros y muchas de esas cosas tan hermosas que nosotros tenemos dentro
de la Metafísica. Conny Méndez tubo dos instructores, uno terrestre que
fue Emmet Fox y otro celestial que fue Saint Germain, como debe ser.
Nosotros, casi
todos, afortunadamente estamos supuestos a tener dos directivas
espirituales. Una persona en el plano físico que es nuestro facilitador,
que nos estimula, nos dice, nos ayuda, nos habla y corrige y la otra
que es la de la Jerarquía Espiritual, una verdadera fuerza Espiritual
que es la que viene de arriba hacia abajo y nos protege y respalda desde
lo oculto.
Muchos instructores de metafísica funcionan con esas dos Fuerzas una de arriba que es su maestro Espiritual y otra terrestre que es su facilitador, pues la combinación de ellas dos es la que te va a hacer el "chispazo". Fíjate, tu Cristo Interno funciona por una fuerza que viene de abajo hacia arriba, de tu personalidad hacia el Plano Mental Superior, y otra que viene de los Planos Celestiales al Plano Mental Superior, y allí se juntan las dos energías, la que viene de arriba hacia abajo, y la que va de abajo hacia arriba, se juntan y se produce El Cristo Interno que es un estado de Consciencia.
Muchos instructores de metafísica funcionan con esas dos Fuerzas una de arriba que es su maestro Espiritual y otra terrestre que es su facilitador, pues la combinación de ellas dos es la que te va a hacer el "chispazo". Fíjate, tu Cristo Interno funciona por una fuerza que viene de abajo hacia arriba, de tu personalidad hacia el Plano Mental Superior, y otra que viene de los Planos Celestiales al Plano Mental Superior, y allí se juntan las dos energías, la que viene de arriba hacia abajo, y la que va de abajo hacia arriba, se juntan y se produce El Cristo Interno que es un estado de Consciencia.
El presente y futuro
de Conny actualmente es que ha desencarnado y que en cualquier parte
donde ella esté, de lo único que estamos seguros es de tenerle un eterno
agradecimiento por todo lo que nos dio y que no tiene precio en el
mundo.
por Rubén Cedeño
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